Relatos. Romina Corradini

Ilustración de Leonor Perez


Soy amiga de los árboles y me gusta reunirme con mis amigos a cantar, charlar, bailar y sobre todo SER. Sensible y perceptiva, abierta al cambio constante y a la evolución del ser.
…. Me dicen que es muy breve, entonces,  a prepararse :
Me llamo Romina, y tengo 24 años, vivo en Santiago de Chile desde mi nacimiento. Mis primeros años de vida los pasé en Providencia, en una calle llamada Joel Rodríguez, para luego mudarnos a otra comuna. Estudié en un colegio privado, hasta los 19 años, luego estudié artes en la universidad, cosa que dejé atrás para hacer un camino autodidacta, el cual ha tenido idas y vueltas, cambios constantes y estanques. Mi escuela es la de la vida, ella me enseña, ya llevo cerca de dos años en este camino. No me gusta hacer presentaciones, pero intentaré hacerlo.
Me gusta mucho el cine, todo lo relacionado al arte, el teatro, y las actividades al aire libre en los parques de Santiago, esta misma tarde voy al encuentro de la luna llena al Parque Forestal, donde me encuentro con algunos amigos.
Me considero una persona muy perceptiva y sensible a todo, interesada en el desarrollo de la parte humana de la persona, aspiro explotar mi potencial venciendo el miedo y desarrollando mi lado espiritual, ese creo que es el motor de mi vida, nunca conformarse, y seguir creciendo.
Escribo desde que tengo recuerdos, pero solo lo hago para mí, ahora las cosas están cambiando, estoy aquí gracias a las personas que me han alentado a tomar más en serio este camino. Las gracias se las doy a todos ellos, ya que siempre he recibido buenas críticas de familiares, conocidos y amigos, y soy humilde, pero estoy aprendiendo a reconocer mi talento y darle el valor que merece, no pretendo ser una estrella, pues ya lo soy para mí.
Solo espero compartir vivencias y aportar en algo a la pequeña masa llamada humanidad.
Debo ser breve, por lo que entiendo, este camino recién comienza.
Buenas tardes.


5 de Marzo. Miércoles de Madrugada


Paseo Nocturno – Desvelo

Salgo de mi casa a pasear con mi perro, porque la noche no me deja dormir y la hiperventilación quiere volar por la ventana, la muerte quiere entrar, mi vida desea un cambio, desea una respuesta, desea aferrarse a todo y soltar todo.
Estoy cansada, estoy mas que cansada, estoy harta.
Salgo con la idea de comprar cigarrillos, no quiero da explicaciones, a mí la noche no me asusta, y menos en mi barrio.
Se ven las estrellas, y los semáforos en rojo mostrando las ausencias de los carros, de los tubos de escape, solo pasan las últimas micros.
Estoy sola, voy conmigo, mi sombra me sigue, mi perro adelante.
Camino y dejo caer algunas lágrimas, soy tan joven, y tengo tanta vida por dentro, y la vida es ahora, ya no quiero dejarla ir, ya no quiero dejarla pasar, ya no quiero ser espectador, quiero actuar, quiero crear mi vida.
Paso caminando por el gaucho, ahí hay mucha gente tomando cerveza, y yo estoy sola con la noche, y ya no quiero seguir huyendo, tengo una vida por vivir.
Me doy una vuelta, me devuelvo y me siento en cualquier parte, ahí unos tipos trabajando de noche, unos tipos que se dedican a cuidar el estacionamiento y lavan los autos.
Me quedo sentada, contemplando la nada, contemplando el cansancio de una vida por vivir, y una vida no vivida, lo que dejo tras mis huellas es la nada, lo que vendrá es incierto y tengo miedo, miedo de la soledad, miedo de enfrentar la vida, de encontrarme con mi reflejo.
Necesito un desafío, uno grande, uno fuerte, uno que me haga sentir satisfacción, necesito un camino nuevo, para demostrarme que puedo.
Ya no quiero dejar atrás las oportunidades que llegan, ya no quiero dejarlas pasar.
Me mira un tipo desde lejos, yo ya no busco eso, solo busco una mano amiga para conversar.
Estoy harta de lo conocido, de la comodidad, estoy harta de la seguridad.
Se me acerca el tipo que trabaja lavando autos, y me pregunta, si mi perro es un labrador, y yo le respondo, “algo así”. Me comenta que su perro murió atropellado por una camioneta. Se le acerca, y ella se esconde asustada detrás de mí. Para mis adentros pienso, que los perros y los dueños tienen cosas en común, yo con ella tengo en común el miedo.
Tomo un camino solitario, un camino de ermitaño, veo la gente que se sienta a tomar un trago, siento como soy diferente, como me siento ajena a todo, como siento que se ríen de mí, por ser tan extraña, en esta ciudad, salir solo ya no parece normal, una mujer tan bella, paseando sola, con un perro. Es puro romanticismo aquí.
Recuerdo hablar alguna vez, con el director de carrera de una escuela de fotografía, que me decía que la fotografía análoga es un sueño para los románticos, que es obsoleta, ya nadie tiene fotos de papel, que agradable se siente, tomar un álbum, y hojearlo una y otra vez, abismo de papel roto.
Ese buen hombre me habla, le cuento que he salido porque no puedo dormir por las noches, que los colores que me rodean en mi habitación me van a volver loca, y yo ni si quiera me doy cuenta, me dice que use el color blanco, le digo que ya lo hice, no entiendo que pretendía con rodearme de colores dramáticos, intensos, obscuros, absorbentes, no se si fue una forma de escaparme, o de enfrentarme, o de encerrarme.
Le digo que la vida se me pasa, y que ya no quiero ver como sigue pasando frente a mis ojos, que a veces hago cosas para escapar, pero que ya no me quiero escapar, el me dice, quieres enfrentar y está bien, yo le digo que si, que uno a veces se despierta agradecido de la vida, y otras las cosas se ponen grises, le comento algo de lo que hice durante estos años, y lo mucho que me cuesta entrar al camino, de lo difícil que se me hace cruzar el río.
Me dice que pida ayuda a Dios, y yo le digo que Dios está dentro de uno, llámese Dios o Universo o lo que sea, pero que a uno a veces se le olvida.
Me emociono al hablar, ese hombre no representa jerarquía, solo compañerismo, solo una mano amiga desconocida, puede leer mi soledad, y arrodillarse frente a mí cuando me habla.
Esta noche he ganado un ángel, un consejo, un amigo, una respuesta, algo que necesitaba escuchar, necesito valor, mucho valor, mucha voluntad.
Me voy y me siento un poco mejor. Esas personas que trabajan lavando autos, recogiendo basura, y se ven tan pasivas, tan compasivas y satisfechas.
No quiero temer al mundo, quiero que el mundo tiemble cuando me vea pasar, como una tormenta en revolución.
Recuerdos, me invaden recuerdos, nostalgias me clavan, palabras encerradas, rabias encarceladas, quiero gritarlas, quiero vomitarlas.
Camino, prepárate, allá voy, quiero enfrentarlo todo. Quiero dejar el perfeccionismo de lado, la culpa a veces me carcome, me pregunta, porque, porque no hice, porque no dije, porque no actué, porque me quedé temerosa y escondida en un rincón, me juzga de mala hermana, de mala hija, de mala amiga.

Ahora voy a enfrentar la vida. Y es mi última palabra, si alguien quiere revocarla, no seré yo, y no serán mis sombras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario